Simples preguntas.

Una chispa de luz.

A todos no llega esa edad en la que nos asaltan preguntas que al fin y al cabo acaban configurando nuestra vida. Preguntas que por más que nos respondan no nos convencerán hasta que la vida misma nos brinde la oportunidad de experimentarlas, y entonces no tengas más remedio que creer en esas respuestas.

Asaltamos a personas con un cierta experiencia en la vida, con algo de madurez, a personas profundas que saben ir más allá de las cosas materiales de hoy en día, a gente que nos rodea, buscamos en medios de información respuestas que nos llenen. Y acabamos encontrando palabras vacías,grandes discursos llenos de superlativos y adjetivos que suenan bien pero que solo adornan. Palabras que sí, a lo mejor nos convencen por un tiempo pero que en el fondo no nos llevan a la respuesta que queremos llegar.

Las preguntas más absurdas suelen ser las respuestas que fundamentan nuestra vida.

Estamos inmersos en una sociedad donde nos hemos olvidado de responder a preguntas que en el fondo todo el mundo se cuestiona, preguntas sobre su vida, sobre el porque del amor  y su compañero de camino el sufrimiento, preguntas sobre el destino... 
Nos empeñamos en seguir adelante, bajando el volumen de lo esencial de la vida pero invisible a los ojos y subiendo el de las cosas materiales y placenteras que nos hacen sentir satisfechos pero no felices.

Nos cuesta ir más allá de nuestro día a día, nos sumergimos en la rutina y nos hacemos expertos en ver lo negativo de las cosas y lo único que conseguimos es dejar pasar el tiempo, mejor dicho matamos un tiempo que nos han regalado para construir y no pasar por esta vida de medio lado.

Y mi pregunta es, ¿por que si sabemos que hay algo más allá de la rutina nos empeñamos en seguir mirando para el suelo?