El despertar de la señorita Prim.

Sumergirse en una realidad paralela, descubrir  personajes y crear escenarios con la imaginación son algunas de las cosas que podemos hacer en cualquier momento, al leer un buen libro. Los libros nos hacen sentir cómplices de aventuras inimaginables, y sus diálogos no son simples palabras bien escritas, hay veces que tienen mucho que decirnos y que cada uno interpretará como un explorador de su propio cuento.

En este caso os hablo de la novela de Natalia Sanmartin Fenollera, El despertar de la señorita Prim. Una novela que describe una sociedad utópica, pero en la que se reflejan algunos rasgos de la sociedad actual. 

 Os dejo en mitad de una conversación, tal vez, al igual que yo, paséis de ser un lector a convertiros en un personaje de esta escena y querer participar en el diálogo.


-Le advierto que no sé cómo explicarlo del todo- comenzó-.Digamos que hay días, aunque afortunadamente son pocos, en que tengo la sensación de que el interior de mi cabeza se mueve como una centrifugadora. Siento un hueco donde debería haber algo, pero donde no hay nada, absolutamente nada, excepto un ruido ensordecedor…
-¿Por qué crees que no desaparece?
-No lo sé.
-¿No lo sabes?

-         Veamos cómo se lo explico. En cierto sentido siempre me he considerado a mí misma una mujer moderna, libre, independiente, llena de títulos académicos.
-         Pero tengo que reconocer que al, mismo tiempo, cargo siempre con una pesada sensación de nostalgia sobre los hombros, con un deseo de parar el paso del tiempo, de recuperar cosas perdidas. Con la conciencia de que todo, absolutamente todo, es parte de un sendero que no tiene vuelta atrás.
-         ¿Qué significa para usted todo?
-         Lo mismo que para usted, supongo. La vida entera es belleza, el amor, la amistad, incluso la infancia; sobre todo la infancia. Antes, no hace demasiado tiempo, solía pensar que tenía una sensibilidad propia de otro siglo, estaba convencida de que había nacido en el momento equivocado y de que por eso me molestaba tanto la vulgaridad, la fealdad, la falta de delicadeza. Creía que esa nostalgia tenía que ver con el anhelo de una belleza que ya no existe, de una época que un buen día nos dijo adiós y desapareció.
-         ¿Y ahora?
-         Pues lo mismo que todos, supongo. Es el sonido de una guerra.
-         Tiene que reconocer que siempre hay un motivo. A veces es un carácter indomable o una personalidad inestable. Puede ser la enfermedad, una debilidad  moralmente el miedo a la muerte, al paso del tiempo… ¿Cuál es la excusa?
-         Se equivoca, Prudencia, no son muchas cosas, solo es una. En realidad lo que desencadena la guerra no es tanto algo como la ausencia de algo, es la falta de un pieza. Y cuando una pieza esencial falta, nada funciona.




Continuará...

Comentarios

  1. Increíble, cada una de tus entradas son como una pócima que me da un empuje a seguir creyendo en el amor y en las pequeñas cosas.
    No dejes nunca de publicar.

    Con cariño, tu pequeña amiga y admiradora.
    Laura Raya.

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    Respuestas
    1. Espero no dejar de hacerlo ya que hay cosas pequeñas y grandes,como el amor que siempre van a existir. Gracias a ti porque sin personas que sepan escuchar esto, tiene poco sentido.

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