Si tienes un sueño, tienes que conservarlo.
Después de ver la escena de esta película, me sobra algún que otro motivo para seguir intentando eso que pensé que no podía, eso que deje de intentar porque pensé que no iba a poder, y simplemente no lo intenté las veces suficientes.
¿Hasta donde somos capaces de llegar? ¿Cuales son nuestros límites? ¿Estaré a la altura de lo que me piden? No son pocas las preguntas que una y otra vez rondan por aquí. La cosa es que nadie lo sabe hasta que se decidimos ponernos a prueba, hasta que lo intentamos, hasta que se nos damos del todo, aunque sea por poco tiempo, a veces se nos presentan tiempos cortos pero de intensidad. En definitiva la vida es una carrera, y los deportistas también se lo juegan todo en el recta en ese aceleron final antes de la meta.
No intentes llegar lejos, si aún no tienes una meta por la que luchar, un motivo, porque llegarás alto, lejos, pero allí arriba, si no tienes desde donde mirar, si no tienes donde agarrarte, todo cobra otro sentido.
Tal vez empezamos una carrera, un proyecto, una casa, empezamos a construir un futuro... algo, da igual, lo importante es que en algún momento soñamos, y decidimos ir a por ellos, y de repente cuando la ilusión, las ganas de emprender, la motivación topan pie con la realidad, parece como si tuviésemos que ir contracorriente.
Entonces corremos el peligro de mirar a izquierda o a derecha, no van diciendo por donde ir, pero no es a derecha o a izquierda donde debemos mirar, es al frente, tenemos que mirar, lejos, en busca de un horizonte despejado, que aunque ahora mismo no se divise está ahí y en algún momento llegaremos. El error sería, dejarnos llevar por lo demás.
Es difícil? es fácil? No lo se, solo se, que si se presenta el momento, TÚ MOMENTO, tienes que ir a por ello, hay trenes que solo pasan una vez. Hay proyectos que cuando se aparcan pierden su valor, hay decisiones que hoy tienen importancia, mañana... quizás nadie se acuerde.
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