El amor y otros ingredientes.


Escribí este articulo antes de zarpar a un viaje, no a uno cualquiera, a MI viaje, y ahora con los pies en tierra firme me dispongo a darle a la tecla de PUBLICAR.

Nos hemos acostumbrado a que el 14 de febrero, San Valentín, sea un día señalado en el calendario, un día señalado sobre todo, para los enamorados.
Al final, todo queda en una barata estrategia de marketing, que te hace sentir mal si no compras algo. Otra vez más nos volvemos materialistas, y nos olvidamos de que hay cosas que no se compran con dinero, hay días que no se pueden señalar en un calendario, porque hay cosas muy grandes, que solo caben dentro de uno mismo.



¿Tan solo cuatro letras, puede formar algo tan grande?
A veces pienso que si el ser humano es tan inteligente, ¿como es capaz somos capaces de confundir el amor con otros sentimientos? ¿Cómo estamos tan ciegos de hacer mal uso de algo tan grande?

Me sorprendo, porque nos creemos conocedores de muchos saberes… hasta que descubrimos que el amor, es invisible. No se ve, se siente, se demuestra cada día, no se toca, porque se daña, y solo es verdadero cuando duele.

El amor, decirse a amar, es como decidirse a hacer un dulce, un exquisito pastel , el mejor.
Para eso, como para cualquier recete, debemos de seguir los siguientes pasos:


-Buscar la receta apropiada.

Buscar a la persona correcta, a veces nos pasamos la vida buscando, nos complicamos, idealizamos a la persona perfecta, y olvidamos que en lo sencillo, en lo pequeño, en las personas aparentemente más insignificantes es donde están los grandes tesoros.

-Leer la receta, paso a paso.

Para realizar esta receta, es necesario, saber que es lo que vamos a hacer. Queremos amar, y eso es mucho más de lo que creemos. Amar, no es pasar el rato o cada noche con alguien diferente. Amar es buscar a la persona adecuada y entregarnos a ella. En el amor no se elige, probando a uno y a otro, el corazón tiene razones que no se entienden fácilmente.

A menudo nos saltamos este paso, y hacemos la receta a nuestra manera, al final algo falla, luego nos lamentamos, pero ya nos lo habían contado, con el amor no se juega.

-Leer detenidamente los ingredientes, conocerlos.

Esto del amor, no es un juego de niños, no es un nudo en el estomago, no son unas risas tontas o unas miradas perdidas.
El amor tienen tres componentes principales: intimidad, pasión y compromiso.

La intimidad es ese sentimiento de conexión, unión y cercanía emocional con alguien, es lo que te hace confiar plenamente en una persona y contarle cualquier cosa acerca de ti y de tu vida y dejar que te vea tal y como eres.
Hoy en día, el no hacer buen uso de la intimidad, trae consigo el inicio de la infidelidad.
Fidelidad suena raro, ya nadie es fiel, ya nadie confía, nos decimos engañándonos una y otra vez. Nos hemos acostumbrado a eso, porque es lo que nos están vendiendo en la televisión y en todos lados, pero eso es ir por mal camino. El hombre está hecho para ser feliz, y ese no es el camino.


La pasión. Decimos pasión, y dan ganas de taparse los oídos, porque nos imaginamos una pasión desenfrenada, de cuerpo a cuerpo, de impulsos, vacía. Todo el mundo necesita poner pasión en lo que hace, debemos de ser unos apasionados de nuestro trabajo, en la familia, en el hogar. Debemos de disfrutar con lo que hacemos, aunque vengan rachas malas. Pero sería un error, quedarse con el significado de pasión, como un simple deseo sexual y atracción física que sienten el uno por el otro. Sería como convertirse en animales, usando una mascara de persona, algo absurdo.

El compromiso hace referencia al deseo de amar a esa persona a través del tiempo y permanecer a su lado. Es lo que lleva a dos personas a casarse o vivir juntas, a permanecer firmes.
La gente escucha compromiso, y huye. Huimos de esa responsabilidad pesada, dura, que se a creado el compromiso. Comprometerse significa, darlo todo, y uno no sabe amar hasta que se da del todo. Por eso, darlo todo, significa, renuncia, pero una renuncia que trae consigo confianza, alegría, seguridad. Cuantas parejas se rompen porque siempre uno de los dos se ha reservado algo durante años?

Y es aquí donde radica el problema y a la vez la solución. Esta sociedad nos invita a vivir para a fuera, de manera externa, vivimos en la sociedad del espectáculo, donde todos somos espectadores y actores a la vez. Donde la puesta en escena dura un acto y otro acto, pero siempre se acaba cerrando el telón.
 Y entonces, es ahí donde entonces tenemos que saber sacar la mejor versión de nosotros mismos. Donde de verdad tenemos que ser verdaderos actores, y crear nuestro propio guión, creando ese clima de intimidad que nadie pueda romper, construyendo el verdadero amor.

 -El último paso, es el mejor, mezclar los ingredientes y dejarse llevar, los mejores planes, son los que no estaban planeados.




Para acabar, algo que no sale de mí, sale de los libros, que tienen palabras más acertadas.

-Escúcheme señorita Prim, está usted ante una mujer que ha enterrado a tres maridos. Eso, según creo, me da cierta autoridad para hablar sobre el tema, y desde esa autoridad debo decirle que la igualdad no tiene nada que ver con el matrimonio. La base de un buen matrimonio razonablemente feliz, (porque no existe, desengáñese, ninguno feliz por completo), es precisamente la desigualdad, que es algo indispensable para que entre dos personas pueda existir admiración mutua. Escuche con atención lo que voy a decirle: no debe usted aspirar a un esposo igual que usted, debe usted aspirar a un esposo absoluta y completamente mejor que usted.

La bibliotecaria abrió la boca para protestar, pero un brillo acerado en la mirada de la anciana la hizo desistir del intento. Junto a la chimenea, Virginia Pille, ahogaba una sonrisa.

-Me pregunto si eso que sostiene sobre la admiración- apuntó la señorita Prim- puede aplicarse solo a las mujeres o si los hombres deben casarse también con mujeres a las que admiran.

-Por supuesto que deben hacerlo. Deben aspirar a mujeres que desde uno o varios puntos de vista sean mejores que ellos. Si se repasa la historia verá que la mayoría de los grandes hombres, los verdaderamente grandes, han elegido siempre mujeres admirables.
-Pero entonces, si yo admiro a mi marido y mi marido a mí, estamos en igualdad de condiciones- replicó la bibliotecaria elevando dos grados su nariz.
-Mi querida señorita Prim, si se fija usted un poco se dará cuenta de que solo se puede admirar aquello que no se posee. No se admira en otro una cualidad que uno mismo tiene, se admira lo que uno no tiene y ve brillar en el otro en todo su esplendor ¿me sigue?
-Pues bien, si dos personas se admiran mutuamente ello significa que no son iguales, ya  que cada uno admira en el otro lo que no encuentra en sí mismo. Es la diferencia y no la igualdad lo que alimenta la admiración entre dos personas, de ahí que la igualdad no tenga nada que ver con un buen matrimonio y sí lo tenga- y mucho- la diferencia.

El despertar de la señorita Prim.


.

Comentarios

  1. Me encanta!qué bien expresado.No se puede escribir mejor.Ester te queremos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario

Entradas populares de este blog

Hojaldre e ideas creativas.

¿De que se compone la felicidad? Conocerse, Aceptarse y Superarse.