Esclavitud moderna
Hay días que pasan tan rápido que apenas me da tiempo ha hacer lo que quiero hacer. Llega el final del día y es el twitter y otras redes sociales las que me informan de como ha ido la jornada para muchos de que estamos conectados a la red.
De repente, vi el siguiente tweet;
@JuanPittau: La Esclavitud Moderna |
Me gusta, pensé. Me gusta, no por la calidad de la imagen, su creatividad o el ingenio del autor, si no porque su mensaje era claro y directo. Una imagen vale más que mil palabras.
Aunque esta imagen nos haga llevarlos las manos a la cabeza, no podemos evitar negar que vivimos en la Sociedad del Conocimiento y Tecnologías. Corren tiempos en los que el hombre está totalmente inmerso en las TIC (tecnologías de la información y comunicación), y corremos el riesgo de ponernos al servicio de ellas, dando lugar a La Esclavitud Moderna.
La sociedad ha quedando dividida por los nacidos en la siglo XX, es decir, los llamados, nativos, y los inmigrantes digitales, todos los que han tenido que hacer frente a este oleaje de nuevos modos de ver las cosas, de cambiar los libros de texto por pantallas de ordenador, el lápiz, por el teclado del ordenador...
La llegada de Internet ha creado un mundo interconectado donde las fuentes de información y conocimiento están desjerarquizadas en buena medida, ya que cualquier persona puede incluir sus propias informaciones en el ciberespacio cuando y como quiera.
Hemos pasado de formar parte de sociedad donde el poder, la comunicación, las noticias dependían de aquellos que se encontraban en la cima de los medios de comunicación, donde la opinión tenía poco valor si no estabas en un alto nivel social, en definitiva, había pocos canales de información y estaban al servicio de pocos. Ahora, en el ciberespacio, todos tenemos un lugar y la información está a nuestro alcance cuando y como queremos.
La cultura de nuestros días se esta viendo empobrecida porque nos hemos quedado anonadados, con los ojos fijos en las pantallas de los móviles, ordenadores y demás aparatos que captan nuestra atención. Hemos perdido valores y hemos adquirido otra capacidades beneficiosas si sabemos ponerlas al servicio de las personas y no de las máquinas.
Para impedir la posible 'deshumanización' del conocimiento, lo fundamental es identificar los interfaces, entre la máquina y la persona. Esto quiere decir, saber diferenciar y comprender el papel que ejerce cada uno en una actividad, no dar más valor a las cosas.
Como siempre, tenemos los dos extremos, los que ante esta inminente oleada de lo digital, se refugian en lo de siempre, e intentan evitar las redes sociales, los avances digitales, por una especie de miedo a caer en esa esclavitud, olvidando que las máquinas han sido creadas por el hombre y por lo cual, tenemos la última palabra si usamos la cabeza, si las usamos con inteligencia.
Y por otro lado, están los que se han sumergido en esta aventura de la web 2.0 camino de la web 3.0, sin ser esclavos de ellas, siendo aprendices y a la vez emprendedores, que buscan crear cultura, a buen precio, es decir, sin perder la cabeza.
Por lo cual, nuestra libertad tiene un precio, y los que ponen ese precio, somos nosotros.
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