#soñar,#fracasar,#arriesgar

Para ser soñador hay que saber fracasar.
Para fracasar hay que saber arriesgar.
Y para arriesgar, hay que tener un sitio seguro al que volver.

Nos pasamos la vida arriesgando, arriesgamos la única carta con la jugamos, en decisiones que configuran toda una vida.

Esas decisiones nos hacen fuertes o débiles dependiendo de las respuestas que obtengamos, por eso la palabra arriesgar esta hecha para valientes a los que las respuestas no les hacen dudar de sus decisiones.

Todo el mundo es valiente, todo el mundo arriesga, podríamos afirmar, y la respuesta es no, porque nos movemos en una sociedad de las prisas, lo instantáneo, SOCIEDAD DEL INSTANTE, donde acabamos construyendo personalidades débiles y sin raíces, que solo buscan lo práctico y lo eficaz, para quienes la duración no es un valor primordial, ni un ingrediente de la madurez. Y nos olvidamos que hay respuestas, que exigen duración no instante. Nos olvidamos de que hay instantes que merecen la pena si antes hemos sabido esperar, dejando a las prisas a un lado.

Hoy en día, salir a la calle a entregar un curriculum ya es arriesgar, trabajar con ilusión no solo para llegar al fin de semana, es arriesgar, ir contracorriente en tantos ambientes, es arriesgar, formar una familia y cultivar valores, es arriesgar.... y para eso hacer falta tener un sitio seguro al que volver. 

Tal vez demos por hecho tener una familia, un hogar, estar rodeados de personas que nos sonríen, que nos quieren, entonces para nosotros, arriesgar es fácil, porque al llegar a casa, lograremos dejar los problemas en la puerta para sentirnos seguros, al menos por una horas. 

Y entonces te das cuenta de que eres capaz de hacer mucho más, solo habíamos inflado los problemas tan fácil como se infla un globo, y lo desinflas, y sigues soñando, sigues construyendo metas, plasmando ideas, construyendo el día a día, y aunque fracases y todo se derrumbe tan rápido como un castillo de arena; no importan, siempre habrá algún lugar seguro al que volver.