El tiempo no es oro.

El tiempo pasa volando. Hay días largos y días que se nos quedan cortos.

Pero a pesar de las peculiaridades de los días, los años, a casi todos se nos van volando, se nos quedan cortos. 

¿Por que hay días que vivimos y no recordamos, y  sin embargo, hay días que dejan huella?

¿Por qué hay pequeños momentos que a pesar de ser breves parecen ser eternos?

¿Por que hay decisiones, respuestas, que solo el tiempo podrá ponerlas en sus sitio, aunque nos empeñemos en ir deprisa?

Y además, la velocidad de los días, ¿de quién dependerá?

Vivimos situaciones, momentos concretos, que aunque estén protagonizados por las mismas personas, cada una de ellas da un toque diferente a la realidad, cada uno lo percibe de manera diferente, por lo cual, ¿es uno mismo el que pone velocidad a sus días...?

Creo que no es cosa de velocidades, tal vez, dependa de medidas un tanto especiales, inmateriales quizás, ya que lo único que se, es que a pesar de que los días tienen 24 horas, estas a veces se encogen y otras veces dan mucho de sí. Por lo cual mi duda sigue sin resolverse.

¡Vive el momento!, suelen decir. Y no son pocas las veces, que vaciamos de sentido los momentos especiales, por poner en ellas la palabra tiempo y empezar a calcular. 

Todos jugamos con el tiempo, creemos tenerlo en nuestras manos, y sin quererlo, se nos va de entre las manos.

A veces los contratiempos parecen atraerse por la fuerza de un imán, en esos días donde las horas han decido encogerse o salen volando, y entonces... nos solemos enfadar, o contrariar, perdiendo más tiempo aún en enfados innecesario que solo nos llevan a bloquear la mente, la imaginación y la creatividad, dejando totalmente fuera de combate.

El tiempo es oro, y el oro es dinero, por lo cual no deberíamos perderlo no?

O tal vez, el tiempo oro, es decir, vale, porque el tiempo es vida, y la vida vale más que todo el oro, por eso,
no podemos perderlo.

A partir de hoy, me repetiré que aunque el tiempo vuele, seré yo la que le diga hacia donde.