Nada como el hogar para amueblarnos la cabeza.
Por encima de la escuela, la calle hoy incluso la
televisión lo que más les influye y les marca para
el futuro es lo que ven en su propia casa…
¿Y que hace falta?
Amor del bueno, lo demás, tiene fácil solución…
NADA COMO EL HOGAR PARA AMUEBLARNOS LA CABEZA.
Llegar a cada después de un día de intenso trabajo, de
estrés en la oficina, o de carreras por la calle haciendo recados, suele
convertirse en una pesadilla hasta que por fin se acerca la hora de llegar a
casa. Es un momento especial, tal vez el mejor momento del día,
aunque no le demos importancia.
Nos hemos acostumbrado a ir y venir, a comer solos mirando
fijamente el televisor, a no provocar una conversación en la comida,
simplemente, ¿porque estamos cansando?
Algo raro nos está pasando, las personas somos seres
sociales por naturaleza y la sociedad nos presenta unos modelos de conducta fáciles,
pero vacíos de ese AMOR DEL BUENO.
Todos recordamos ese olor a comida que nos iba viniendo
mientras subíamos a prisa las escaleras de casa, la espera, mientras nuestra
madre nos habría la puerta, era interminable. Y al final, después de lavarnos
las manos, nos sentábamos en la mesa y comíamos a la vez que contábamos a
nuestra madre las aventuras de esa mañana.
También es fácil recordar las insistencias de nuestra
madre, por hacer la cama y dejar la habitación recogida, por tirar la basura,
por recoger la ropa del tendedero y mil pequeñas tareas, con las que
simplemente buscaban hacernos caer en la cuenta de que vivir en una casa,
conlleva solo una tarea, la de hacer hogar.
Hacer hogar, es un concepto que actualmente anda un poco
deformado, ya que la entendemos como un conjunto de tareas, que a parte del
trabajo de cada día, nos añaden un trabajo extra.
Pero, si no cuidamos de nuestra casa, ¿a donde acudiremos
a coger fuerzas, a que lugar volveremos para poder decir, por fin… estoy en
casa.
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