El sueño del olivar. Un libro con una historia real que sigue viva.
El sueño del olivar. Deborah
Rohan ha conseguido trasladarnos a través de las páginas de este libro no solo
a un lugar lleno de historia, Palestina, también ha conseguido que pasemos a
formar parte de la familia Moghrabi.
La novela comienza con la llegada
de Hamzi Moghrabi al aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv. Tras un exilio de
cincuenta años vuelve, acompañado de su hija, a la tierra de sus antepasados,
pero la Palestina que él conoció siendo un niño ya no existe.
Hamzi relata a su hija Ruba la
historia de su familia, que es la historia del pueblo palestino.
Después de leer este libro, las
noticias, las guerras, la cantidad de sucesos que ocurren y nos llegan a través
de los medios de comunicación no pasan de largo ya que en este libro se narran
en primera persona, y no solo se llegan a conocer las pérdidas materiales, sino
que se sienten los mismos sentimientos que los protagonistas.
Son muchos los fragmentos que
pueden servirnos de provecho y uno de ellos es este, en el que cuenta la
tradición de plantar un olivo por cada hijo, una tradición que pasará de
generaciones en generaciones y que no dejará de estar cargada de valor y
sentido.
-El año que tú naciste, planté ese olivar para ti. Estarán listos para
ser cosechados el año que viene, justo a tiempo para tus diecisiete años.- Riad
sacó pecho y admiró orgulloso su olivar mientras Kamel continuaba.- Es una
antigua tradición árabe, plantar una arboleda para cada hijo cuando nace. Los
olivos maduran casi al mismo tiempo que un niño, así que cuando es el momento
de independizarse, los árboles están finamente listos para dar frutos y
proporcionar una buena renta. Tu olivar es el primer paso hacia la
independencia. Planté uno la primavera pasada para tu hermanito, Abed.
Y por último, este fragmento no
pudo pasar de desapercibido ya que a todos antes o después nos toca salir del
nido, pero imaginar esta expresión ha hecho que muchas de las cosas y de las
etapas por las que pasamos cobren más sentido.
Entre los conflictos e idas y
venidas de esta familia, a uno de sus hijos les toca partir a la ciudad para
empezar sus estudios, los hijos toman protagonismo, pero ¿y la madre que deja a
su hijo después de criarlo?
-¿Sabes como se prepara la madre águila para despedir a sus polluelos?
Respondió negando con la cabeza, ya que no creía poder emitir el sonido,
no.
-Es un proceso muy bonito y sensato. Cuando sabe que se acerca la hora
para que sus polluelos aprendan a volar, empieza a retirar una diminuta porción
del nido cada día. Es un proceso lento, pero cuando termina de desmantelarlo
por completo, los aguiluchos han terminado de aceptar junto a ella que deben
volar por sí solos y dejar el nido.
-¿Qué estás sugiriendo, que comience a tirar abajo la casa?
-No, ya has hecho ese trabajo a tu manera. Hace mucho que Hamzi
anticipa su partida, y ha venido realizando pequeñas modificaciones. Lo he
visto cambiar este año, adquirir seguridad en si mismo. Tú y Kamel(su marido)
también habéis empezado a soltarlo, aunque tal vez no hayas sido tan evidente.
La verdad es que comenzamos a soltar a nuestros hijos el día en que empiezan a
andar. Ellos lo saben y nosotros también. Hoy, tu niño, está dando un paso más
grande que antes. Eres lo suficientemente fuerte, Anilla. Sólo tienes que
bucear en tu interior y encontrar esa fuerza, reclamarla y usarla. No dejes que
tú hija te vea doblegada por el llanto.
Anilla respiró hondo y asintió. Por su hijo encontraría la fuerza para
sobrellevar ese momento.
Espero que si algún día te
encuentras con ese libro, al menos tengas la tentación de ojearlo, una historia
real, que sigue y seguirá viva y más aún en estos momentos donde tantas
familias están divididas a causa de las guerras y conflictos políticos de estos
países. Es fácil pensar que siempre salen perdiendo los más débiles, los niños
y los que carecen de medios económicos, pero nosotros podemos ser un apoyo para
todas estas personas que por ser de una religión, raza o país sufren, si
evitamos esos pequeños conflictos que tienen su raíz en el egoísmo, la envidia
y el rencor.
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