Correr con zapatillas o sin zapatillas. Correr no es solo correr. #correr #descansar #tomaraire

Después de todo el día corriendo decidí salir a correr. El asfalto no quemaba como otras veces, pero esta vez fueron los árboles los que se empeñaron en florecer y cambiar las hojas hasta el punto de no reconocerlos.

El recorrido era lo de menos, desde que sincronicé el reloj todo pareció cambiar de rumbo, hasta que me fui llegando al final de la avenida.

En apenas diez metros fueron muchas las cosas que cambiaron. Un ritmo en aumento, el aire a favor, un camino amplio y sin apenas obstáculos y lo mejor, la conquista del atardecer.

Esta de moda salir a correr, o lo que popularmente conocemos como runing, pero sólo los que disfrutan de este deporte saben lo que encierra cada carrera.

Correr no es fácil, consiste en conquistar cada pisada como si fuese la primera. Y a muchos nos pasa que desde la primera pisada buscamos ir por delante de la siguiente sin disfrutar de cada una, y esto nos lleva a cansarnos antes de tiempo.

Con música o sin música, a buen ritmo o a trote, lo que las fuerzas nos permitan. Desde que nos levantamos son muchas las cosas que tenemos previstas, pero otras muchas que quedan por hacer. Salir a correr para muchos es como poner el broche de oro a nuestros días, pero no sólo correr es sinónimo de acabar bien el día, es decir, cada uno tiene que buscar esos pequeños momentos que hacen que todo su día de ordene. O dicho de otra manera, cada uno tiene que buscar la manera de darle al pause, rehacerse, ordenarse, y volver a decir con ganas, ¡allá vamos mundo!

Mientras intentaba no perder el ritmo, miraba el atardecer como el mejor regalo del día, después de mucho correr durante todo el día sin zapatillas me di cuenta de que sólo quien llega hasta el final obtiene esa recompensa.

Seguir corriendo dirección al atardecer es absurdo, pero todo cobró sentido cuando lo que había pasado durante el día se fue ordenado.

Las cosas, los hechos, necesitan mirarse con perspectiva, a la distancia adecuada y durante el tiempo necesario.

Se hizo de noche y de nuevo el paisaje volvió a cambiar, las zancadas eran distintas, quizás algo cansadas, pero constantes.

Vuelvo a la avenida donde hace un rato, cargada de pensamiento desordenados buscaban ordenarse. Me vuelvo a sumergir en el ajetreo cotidiano del tráfico, los semáforos y las personas volviendo a casa.