Las cosas no son difíciles, nosotros las hacemos difíciles. #emprender #perder #ganar
“No
nos engañemos; no es que nos de miedo emprender las cosas porque son
difíciles, sino que son difíciles porque nos da miedo
emprenderlas.”
Me
detuve a leer esta frase varias veces y después de una tercera
lectura acepté verme reflejada.
Compromiso,
miedo, difícil, son palabras que un nuestro día a día aparecen con
frecuencia. Palabras que intentamos esquivar porque implican
esfuerzo, responsabilidad, ser personas capaces de dar su palabra.
De
pequeña mis padres me enseñaron lo que era el compromiso, no con
libros o esquemas mentales, sino con su ejemplo. Poco tiempo después
aprecié como el este valor no frecuentaba todos los ambientes donde
me movía.
Cuando
cada mañana ponemos un pie en el suelo ya nos comprometiendo con el
mundo, con toda esa gente con la que nos vamos a cruzar, con nuestra
familia, amigos etc. Quizás no firmemos grandes contratos, ni
lleguemos a grandes acuerdos, pero si que nos comprometemos a vivir
de la mejor manera posible, ya que hagamos lo que hagamos dejamos
huella por donde pasamos.
El
compromiso nos da miedo porque las cosas no siempre salen bien, es
decir, cuando nos comprometemos existe el riesgo de que haya fracaso
pero, ¿por qué aferrarnos a ese 1% de fracaso?
Las
cosas pasan si nos empeñamos en que pasen, sí de verdad queremos
hacerlas realidad. Por lo que tener miedo es querer tener el fracaso
demasiado cerca.
Siendo
un poco realista y sin pasarnos al otro extremo, hay que saber que
las cosas no siempre salen bien, pero en esas derrotas es donde
encontramos nuestras mejores victorias.
Digo
derrotas y no fracasos. Pocas veces fracasamos. Fracasar es perder
sin sacar nada bueno de lo sucedido. Y créeme las cosas siempre
pasan por algo.
Todas
las batallas incluso aquellas en las que salimos perdiendo, nos
pueden hacer ser mejores. Paulo Cohello.
No
puedo dejar de hablaros de mi hermano pequeño. Ahora con un poco de
perspectiva y como hermana mayor, me alegra ver como pelea por las
cosas, como se empeña por ganar y ser el mejor. A la vez me
preocupa que crezca sin saber perder, es necesario saber ganar y
perder.
Los
rabietas, los enfados de los niños cuando son pequeños por salirse
con la suya van forjando la personalidad de la persona madura que
será dentro de unos años. Intentar consolarlos rápidamente para
que no nos den la lata y no nos molesten no es sinónimo de quererles
más. En el término medio está la virtud, pero no podemos olvidar
que estamos educando a las generaciones futuras y que no pueden ser
“la generación de la mantequilla”.
El
éxito, el fracaso, el dolor, son muchos de los enigmas de esta vida.
No te quedes en la superficie de querer lucir como una simple
estrella fugaz. Pelea, lucha, exígete y entonces serás ganador.
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