El NO que me hizo crecer. #sialavida #nointeligente #libertad #responsabiliad

La palabra NO siempre es algo dura de oír y de decir. De pequeños son muchas las veces
que nos dicen; no hagas esto
o aquello, no subas que te caes, no comas que no tendrás hambres, no llegues tardes...

Esos noes no son malos es más, aunque nos cueste reconocerlo nos demuestran que las personas nos quieren y se preocupan por nosotros. Pero por experiencia, ya sabemos que que en esos momento suenan como castigo y son lo último que queremos oír.
Y entonces pasa de ser una simple palabra a convertirse en una cadena que apenas nos deja movernos y nos encorseta.
Pasan algunos años hasta que aprendemos a hacer uso de la palabra. En la adolescencia la usamos como escudo donde refugiarnos, diciendo NO a todo lo que nos roba una pizca de libertad o de tiempo personal y que en consecuencia se traduce en desobedecer, no estudiar lo que debemos, ignoramos los límites de horarios que nos imponen desde fuera etc.

Vivimos, desobedecemos, nos sentimos libres por decir NO a lo que nos da la gana y por escuchar los noes que queremos hasta que llega un momento en el que nos toca hacer uso del NO inteligente.
¿Cuál es ese no?

El NO inteligente es compañero de camino de casi todos, pongamos algún ejemplo;

el no inteligente es el que decimos cuando no podemos salir de fiesta porque tenemos
que trabajar, o no gastamos lo que nos gustaría porque tenemos deudas u otros gastos
que tienen prioridad; el no que decimos cuando sabemos que estar con ciertas personas
nos lleva comportarnos de determinada manera que nos perjudican, o el no que decimos
a planes personales por atender necesidades familiares.

El NO inteligente es ese que va de la mano de la responsabilidad y que forja una personalidad madura. Este NO es el que también nos ayuda a edificar la felicidad cimentada en un amor que de verdad vale la pena.
En la vida no todo son noes, a veces ese NO nos abre muchas más puertas de las que creemos.


De pequeña pensaba que los noes eran amargos, fríos, duros y algo ásperos.

Siempre que me decían NO me encontraba que iba acompañado de una cara seria
por lo que poco a poco fui formulando la siguiente pregunta, ¿y por qué no?

Ese ¿y por qué no? ha sido la pregunta más acertada que pude hacerme, ha sido

el empujón necesario para muchas de las decisiones que escaseaban de empeño
y fuerza.
Los noes no son tabiques que nos bloquean el paso para siempre, a veces los

noes aparecen para que busquemos otra alternativa, otro camino alternativo al
de quedarse bloqueado o enfadado.

Esto no significa que podamos hacer todo y que nada nos puede detener, ya que

hay obstáculos y cosas que aunque creamos convenientes y necesarias no son
lícitas en ese momento, es decir, que no nos convienen.
Lo que hay que gestionar es la reacción ante ese no que nos encontramos, ¿nos

bloquea, nos enfada, nos hace perder los nervios?

Hay veces que nos dirán que NO desde fuera, otras que seremos nosotros quienes


tengamos que decir que NO a pesar de estar deseando hacer eso que nos proponen
o plantean.

Han sido muchos los noes que me han hecho crecer, pero el que me abrió los ojos

fue ese que en un primer momento pensé que me cortaba las alas y que no me
dejaba hacer lo que realmente creía y quería.

Al otro lado del teléfono estaba una persona a la cual estimo mucho, me hizo una gran propuesta, un viaje, gastos pagados y un sueño a punto de despegar. No quise contestar en el momento ya que la ilusión a veces nos hace pecar de imprudentes.
Durante las primeras horas no me faltaban motivos para aceptar la propuesta, es más, en esos momentos, la cabeza maquina y viaja a una velocidad insospechada.
Al llegar a casa se lo conté a mi familia y personas cercanas que me suelen aconsejar bien y me fueron poniendo los pies en tierra firme. De manera que el NO empezó a asomarse.
Dudas, rayadas, paranoias mentales...
(las mujeres somos expertas en eso)

¿Tan difícil es tomar una decisión propia?,Pues si.

Dudas, rayadas, paranoias mentales ( las mujeres somos expertas en eso).

Se acercó el momento de devolver la llamada y me volví a hacer la pregunta que me había hecho miles de veces, ¿y por qué no?
Al otro lado del teléfono escuché la voz atenta que me saludaba con entusiasmo. Aunque la ilusión me hacía decir que si, en el fondo mi cabeza me empezó a decir que no.
Somos libres pero también responsables, quizás era el momento perfecto, la oportunidad perfecta, pero las prioridades cuando se desordenan nos hacen perder el norte.
Cogí aire y después de devolverle el saludo con tranquilidad pude explicarle mi decisión, no podía aceptar su propuesta. En ese momento, las paranoias, las rayadas se fueron desvaneciendo y las prioridades, la familia, el trabajo, los amigos, se volvieron a colocar en su sitio.

A la pregunta de ¿y por qué no? esta vez respondí con otro NO, que fue un trampolín para ser una mejor versión de mi misma.
Esa versión mejorada me recordó que no había dejado pasar una oportunidad, ya que tenía entre manos asuntos de más envergadura que sí que valen la pena.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Hojaldre e ideas creativas.

¿Cómo doblar una servilleta para una ocasión especial? Detalles para una buena mesa.